
Ni Colombia ni el mundo estaban preparados para una crisis como la que ha generado la pandemia del Covid-19. Ni siquiera sectores como el financiero y de inversión, que por naturaleza son fluctuantes, estaban preparados para afrontar esta situación. En el caso de los títulos y acciones, que, si bien están mediadas por el mercado y sus vaivenes, nadie esperaba tener valores negativos en la negociación del petróleo y mucho menos que empresas con sólidos resultados financieros durante el año 2019 se estuvieran negociando a precios irrisorios. Pese a lo complejo de la situación económica mundial el sector real mostró una perspectiva diferente en medio de esta COVID-19.
En el caso de este sector, las inversiones se vieron afectadas por la obligación de suspender temporalmente -y mientras se diseñaban los protocolos de bioseguridad- la mayoría de las obras de construcción e infraestructura. Dada la importancia del sector por su capacidad de generación de empleo, de conexión entre diferentes sectores de materias primas, y por ser un motor económico, fue que industrias de transporte, servicios públicos, comercio y vivienda duraron poco tiempo detenidos y fueron los primeros en reactivarse. Lo anterior hace más manejables sus efectos sobre la inversión.
Es por esto por lo que en medio de lo que se considera la reactivación económica del país el Gobierno radicó ante el Congreso una reforma que tiene como fin modernizar el sistema financiero colombiano y al mismo tiempo hacer más dinámico el mercado de capitales de inversión. Esta propuesta nace como repuesta a la crisis ocasionada por la pandemia. La propuesta de reforma consta de cuatro capítulos que le apuestan a una restructuración económica que permita crear dinámicas más ágiles de inversión.
En la propuesta existe un capítulo dedicado exclusivamente al sector de inversiones, el cual plantea el desarrollo del mercado de capitales a partir de otorgar el aval al Gobierno para la eliminación de arbitrajes regulatorios, la promoción y crecimiento de un mercado inclusivo, con perspectivas de corto mediano y largo plazo e innovador. Así mismo, la reforma representa una oportunidad de atraer e incentivar nuevos inversores nacionales y extranjeros, instrumentos y emisores de valores.
Según Celsa (Circulo de Estudios Latinoamericanos), esta reforma resulta clave en aras de incentivar nuevos inversores, aquellos que permitan levantar en un 1,5 % el PIB del país, aportando así 15 billones de pesos cuando entre a regir el próximo año. Con esto es posible evidenciar como estos sectores de inversión a largo plazo, son una pieza clave para el desarrollo económico de nuestro país.
Bajo este concepto, según la Revista Semana, las proyecciones del panorama económico al que se enfrentará el país, para 2021, se espera que la economía experimente un crecimiento de del 4,74 %, esto disponiendo como uno de los partícipes de dicho incremento a las grandes obras de infraestructuras con las que se espera remediar tanto la economía como el malestar social ocasionado por el desempleo. Estos proyectos suelen estar respaldados por Fondos de Capital Privado, como el nuestro, Nexus Capital Partners, pues entendemos que significan un aporte de gran magnitud para el desarrollo socio económico del país.
Vale la pena mencionar que debido a las oportunidades de crecimiento que estos traen, en los países desarrollados, hace varias décadas, los fondos inmobiliarios y de infraestructura han sido fundamentales en el desarrollo de estos grandes proyectos con los que le han apostado al crecimiento de las economías.
Gracias a todo lo anterior es que podemos confirmar que las inversiones en el sector real están creciendo, que implican un gran aporte a la economía y que pertenecen a un sector que se reinventó con la llegada del COVID-19.